Una antigua y abandonada granja en Tavira, Portugal, se ha convertido en un fantástico hotel rural.
Muy cerca de las desérticas y kilométricas playas del Delta de Formosa y decorada en clave rústica y con guiños vintage, la Pensão Agrícola, es un lugar perfecto para perderse unos días.
Los interiores combinan objetos antiguos y reciclados, la mayoría de ellos recuperados de la antigua granja: instrumentos de labranza, muebles, lámparas, sillas Acapulco, fotografías, cestas de mimbre, viejas cajas de madera, libros…
El suelo de toda la casa es un pavimento continuo de hormigón, que combina perfectamente con los marrones y los blancos de las tapicerías y los muebles.
Muchos de los elementos de la antigua granja han sido respetados, cómo el techo de cañas y las piezas de madera, las puertas, las ventanas y los nichos de las paredes.
La luz y los olivos son los grandes protagonistas en el exterior.
Un hotel pefecto para desaparecer unos días.
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