No lejos de Saná, la capital del Yemen, se alza Dar al-Hajar, el palacio de la roca, un majestuoso palacio que parece salido de un cuento.
Construido en la década de 1930 como residencia de verano para el imán Yahya, el gobernante de la nación en ese momento, el palacio se ha convertido en un símbolo de Yemen, y no es difícil adivinar por qué.
Ubicado a 15 km al oeste de Saná, el edificio de cinco pisos de altura parece surgir de la roca sobre la que fue construido y cuenta con la típica y cautivadora arquitectura del Yemen, con su tierra roja y su yeso blanco en las ventanas y bordes.
En su esplendor, el palacio contaba con habitaciones para huéspedes, numerosos dormitorios, cuartos para las mujeres, cocinas, despensas y en el quinto y último piso, una sala especial donde el imán recibía a dignatarios de todas las provincias para discutir sobre temas políticos.
Rodeado de un río y de tierras fértiles y húmedas, también contaba con esplendorosos huertos, donde el imán paseaba cada mañana y sus jardineros y agricultores recogían y seleccionaban para el, las mejores verduras y las uvas, peras e higos más maduros.
El palacio de Dar al-Hajar es de otro tiempo y lugar, parece salido de Las mil y una noches.
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